La cueva del Guitarrero fue descubierta por el arqueólogo
estadounidense Thomas Lynch en 1969 y surge como un refugio para las primeras
bandas de cazadores y recolectores nómades que llegaron al Callejón de Huaylas
aproximadamente en el año 13 000 a.C. En
esa época los glaciares se habían extendido y por ello no se podía vivir en las
zonas altas durante largos períodos. La gente debió buscar zonas más cálidas
que ayudaran a complementar el ciclo anual de su subsistencia. En ese contexto,
la cueva Guitarrero debió ser utilizada como campamento temporal durante la
época de caza. Es decir, los cazadores vivían allí parte del año, para luego
abandonarlo temporalmente.
Como prueba de esa presencia humana, en los estratos más profundos de la cueva se encontraron restos de carbón de los fogones, así como artefactos líticos toscos: raspadores, chancadores, martillos de piedra, una punta lanceolada, así como un pequeño cuchillo bifacial, materiales todos que los hombres primitivos dejaron abandonados.
Como prueba de esa presencia humana, en los estratos más profundos de la cueva se encontraron restos de carbón de los fogones, así como artefactos líticos toscos: raspadores, chancadores, martillos de piedra, una punta lanceolada, así como un pequeño cuchillo bifacial, materiales todos que los hombres primitivos dejaron abandonados.
La
falta de humedad en la cueva permitió también la conservación de abundantes
restos óseos de animales que han permitido determinar la dieta del hombre de
Guitarrero. La fauna más temprana se compone de diversos animales, como
vizcachas, cuyes silvestres, zorrillos, perdices, patos, lagartijas.